EL DISCURSO EXPOSITIVO Y LA REPOSTERÍA
Hoy quiero hablaros
del discurso expositivo.
En
lingüística se concibe el discurso como una concatenación hablada o escrita de
palabras, que se articulan convenientemente en oraciones y frases con la
intención clara de transmitir un mensaje, exponer un tema, una doctrina, una
ideología, una tesis, un punto de vista o simplemente manifestar lo que se
piensa o se siente, generalmente con una intención: enseñar, persuadir,
entretener…
Sin pretender agotar una
clasificación completa, se pueden distinguir los tipos de discurso más
habituales: expositivo, narrativo, argumentativo o publicitario.
A continuación os expondré algo
sobre el discurso expositivo:
Su objetivo es informar sobre
determinada cuestión y aclararla. Suele ser un texto limpio y poco llamativo.
Se supone que el contenido por sí mismo es interesante para los lectores a
quienes va dirigido. Aun así, se debe procurar que sea agradable y entretenido
para evitar el riesgo de que el lector abandone la lectura antes de terminarla.
Este
tipo de discurso se debe caracterizar por su claridad. Si las instrucciones de
uso de un electrodoméstico no nos aclaran como funciona, es como si no hubieran
sido escritas. También ha de estar redactado con concisión, puede ser más o menos extenso pero
siempre expresará las ideas que se proponga transmitir con exactitud y con el
menor número de frases posible. Otra característica es la objetividad, en él no
debe haber opiniones personales, y si las hay han de estar disfrazadas tras una
máscara de objetividad. Además, un texto expositivo debe de atenerse al tema en
todo momento, no puede irse por las ramas.
Veamos un ejemplo:
RECETA DE ARROZ CON LECHE AL ESTILO COLOMBIANO
Si
quieres preparar un rico postre, el
arroz con leche al estilo colombiano es una excelente opción. Aunque
alguna de las personas a las que quieras invitar te haya dicho alguna vez que no le gusta el arroz con
leche, con esta receta la harás cambiar de opinión.
Antes
de empezar selecciona con cuidado los ingredientes: seis tazas de leche entera
—si es cruda de vaca, mucho mejor—,
media taza de arroz ─te recomiendo el de tipo bomba, que es más
absorbente—, una taza de crema de leche
—si no la puedes conseguir, vale la nata de cocinar—, una cucharada de
vainilla —la encontrarás líquida o en polvo, es preferible
la líquida porque se mezcla mejor—, seis
astillas de canela —procura que no estén abiertas o rotas—, media taza de azúcar blanco, doscientos gramos de pasas —es importante que
sean sin pepitas, las sultanas procedentes de Turquía son muy buenas— y canela
molida.
En
un perol grande, pon al fuego vivo la leche, con el arroz y las astillas de
canela, hasta que hierva. Baja el fuego y con una cuchara de madera mueve
constantemente hasta que se vea el arroz espeso. Retira el perol
momentáneamente del fuego y quita las astillas de canela.
Previamente,
habrás preparado en un recipiente aparte una mezcla con la crema de leche, el
azúcar y la vainilla, batiendo hasta obtener una pasta fina y homogénea. Vierte
esa mezcla en el perol, sobre el arroz, y remueve todo bien. Después, ponlo de
nuevo al fuego fuerte hasta que dé un hervor.
Agrega
las pasas y sírvelo en una fuente (las del tipo pyrex van muy bien). Ya
tienes el arroz con leche colombiano. El proceso te habrá llevado unos veinte
minutos, que amenizados con buena música se pasan sin sentir (prueba a escuchar
algo que le ponga ambiente a la ejecución de la receta: canciones llaneras y
algún vallenato, o si no unas cumbias). Espolvorea canela molida sobre el arroz
y adórnalo con algunas pasas. Déjalo enfriar, cúbrelo con papel transparente y
mételo a reposar en el frigorífico.
Atrévete y
descubrirás lo que, aunque ahora no lo creas, eres capaz de hacer. ¡Que lo
disfrutéis, tú y tu gente!
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